Crónica: Democracias en peligro

Conferencia. Los intelectuales dejan de cuestionar para disfrutar de las comodidades y privilegios que otorga el estar cerca del poder. El filósofo añadió que ser libre intelectualmente es un camino difícil que puede llevar a la crucifixión

Rob Riemen, uno de los filósofos vivos más importantes del mundo, dijo ayer en la Ciudad de México que en todo el mundo las democracias están en crisis porque la educación no ha buscado formar a personas que piensen en salvar al mundo sino a personas que usen y saquen ventajas de lo que ya hay.

En conferencia magistral ofrecida en la Universidad Anáhuac Sur, el filósofo holandés que fundó uno de los círculos de reflexión oThink tank más influyentes de Europa, criticó a los intelectuales que dejan de cuestionar para disfrutar de las comodidades y privilegios que otorga el estar cerca del poder y dijo que ser libre intelectualmente es un camino difícil que puede llevar a la crucifixión. Sobre este tema añadió que uno de los ejemplos históricos de las consecuencias de pensar libremente fue el griego Sócrates, quien prefirió la pena de muerte antes que renunciar a su libertad intelectual.

Hijo de un matrimonio de trabajadores católicos holandeses, Riemen vivió muy de cerca las luchas sindicales y la manera como operan las ideologías en la libertad de pensamiento. Estudió teología y filosofía, lo que le ha aportado herramientas críticas para analizar las religiones, sus fortalezas y debilidades. En México comenzó a ser conocido por sus artículos publicados en la revista Letras Libres.

“Los humanos somos seres en busca de conocimiento y por eso opino que el mundo religioso cayó en problemas cuando dejó de pensar. Un ejemplo es lo que ocurre con la interpretación errónea de lo que significa un dogma. En realidad, los dogmas fueron creados cuando la lengua no alcanzaba para explicar algo y abrían una invitación a explorar otras formas de explicar. Pero en lugar de eso, algunas religiones interpretaron el dogma como una orden para dejar de pensar”, dijo el fundador del Nexus Institute de Tilburg, Holanda, donde participan diferentes ganadores del Premio Nobel para analizar los problemas de la sociedad.

SALVAR AL MUNDO.  Invitado a México por el doctor en Filosofía, Rafael García Pavón, el doctor Rob Riemer visitó la Universidad Anáhuac Norte y la Anáhuac Sur. En ambas leyó una conferencia original que plantea una pregunta para sí mismo, pero también para los jóvenes estudiantes y los profesores universitarios: “¿Qué salvará al mundo? Una pregunta perenne”.

A partir de esta pregunta, el filósofo hizo una construcción de posibles respuestas: primero dedicó veinte minutos a responder como podría hacerse desde una perspectiva religiosa, recordando que diferentes religiones del planeta tienen como uno de sus planteamientos centrales el restaurar el mundo.  Sin embargo, después de 20 minutos de ensayar una posible respuesta desde la religión, el filósofo dijo que en la actualidad debemos buscar otras posibles respuestas pues vivimos en lo que llamó un mundo Post-Cristiano, un mundo donde la gente toma decisiones sin pensar en el bien y el mal, y en el que los intelectuales han preferido no entrar en este complejo mundo de aclarar lo que está bien y lo que está mal.

Ahí vino su primera crítica a los intelectuales que han evadido su responsabilidad de seguirse planteando preguntas sobre muchos temas, pero también sobre lo que está bien y lo que está mal. Esto es algo que muchos evitan porque prefieren evitar problemas con gobiernos, partidos políticos o incluso grupos de colegas.

“Los intelectuales tenemos que plantearnos preguntas muy difíciles en las que se entienda que el ser humanos es mortal pero libre y capaz de decidir si deja que le jalen los caballos oscuros de su naturaleza, como la agresión, la traición y la crueldad, o los caballos blancos, representados por la compasión, el perdón, la comprensión y la cortesía al otro. Cada ser humano está en su propia expedición para salvar al mundo, pero deben estar consciente de que vive en la disyuntiva de ser justo, a pesar de las dificultades y sufrimientos que esto implica, o ser injusto y gozar de los beneficios”, insistió.

DEMOCRACIAS EN PELIGRO. Rob Riemen dijo que en Estados Unidos, Europa y en todo el mundo se observa que las democracias están en crisis porque ya no aspiran a resolver el problema original de darle dignidad a todos los habitantes, ahora están más ocupados en hacer que se cumplan planes, proyectos o paradigmas teóricos, los cuáles miden con números, cada vez más lejanos de l humanismo.

“Muchos confían en que las élites políticas o intelectuales están pensando en lo mejor para todos y es doloroso darse cuenta de que no es así; muchas veces no saben lo que están haciendo y otras veces sólo están siguiendo paradigmas que alguien más escribió”, dijo antes de señalar que, en este contexto, la mayoría de la sociedad simplemente es “utilizada” y no se puede dar cuenta de que es objeto de uso porque no tiene buena educación.

“El regreso de varias expresiones como el fascismo, el fundamentalismo y el irracionalismo nos hacen ver que los seres humanos han perdido sus fundamentos humanistas y esto es el resultado de la mala educación. No hemos aprendido las lecciones de la historia que nos demuestran que no habrá una democracia saludable con mala educación”, añadió.

Dos críticas más estuvieron reservadas para los medios de comunicación y los científicos: de los primeros dijo que no servirán para salvar el mundo si no invitan a las personas a pensar y harán mucho daño si se convierten sólo en máquinas de propaganda; mientras que de los científicos dijo que han preferido explicar al mundo que explicar al ser humano y que sólo están interesados en estudiar lo que se pueda medir, por lo que han respondido muchas cosas externas, pero las personas todavía sienten que la ciencia no ha respondido nada fundamental sobre lo que significa ser un humano.

Carta de México: el reto del intelectual

La nobleza del espíritu

Hace unos años me llamó la atención un artículo publicado en la revista Letras libres llamado “Fe, ética y verdad en el siglo XXI”, artículo firmado por un autor desconocido para mí, en aquel momento: Rob Riemen. El artículo lograba hacer un panorama desolador, sin embargo real, de nuestra sociedad contemporánea sobre la perdida de los valores y el apego. A esto el autor le llamaba la cultura Kitsch, descrita como una “sociedad donde la única meta es lo agradable y donde se ignoran los valores absolutos de lo espiritual”. El valor del artículo consiste en el hecho de que Riemen no nos deja naufragar en este ámbito de la “cultura” de lo utilitario, del sin sentido, sino que nos dirigue con su discurso hacia aquello que podría representar la última salvación: la nobleza del espíritu entendida como la tarea de educarnos en la práctica de las virtudes. Afirma en este sentido: “necesitamos una educación liberal, educación en el espíritu de las humanidades, pues la esencia de esta liberación nos hará libres: necesitamos vivir una vida que no esté guiada por el miedo, el prejuicio, la estupidez, la lujuria, la obediencia, sino por la nobleza del espíritu, la dignidad humana, la verdadera libertad”. 

Sin saber mucho en aquel momento sobre el autor de estas ideas, sentí una empatía brutal con sus palabras, ya que eran la síntesis de todo aquello que desde Sócrates y Platón hasta nuestros tiempos, los filósofos y escritores han tratado de heredarnos: la cultura. Encontre en las palabras de Riemen, resumido con inteligencia, un mensaje esencial: sin formar nuestro espíritu mediante las humanidades (es decir, mediante la lectura, la música, el teatro, la pintura, etc.) no podemos hablar de libertad, de comprensión, de apertura hacia la diferencia.

Fundador y presidente del Nexus Instituut (Instituto Nexus) en Tilburg,  Países Bajos, Rob Riemen, como un caballero del medioevo, que luchaba hasta con sus últimas fuerzas para los ideales en los cuales creía, ha entregado su vida al servicio de recordarnos el valor fundamental de la cultura para la formación de nuestro carácter, para la comprensión de nuestra condición humana.  Difícil misión, en tiempos en los cuales, la cultura sufre la amenanza de ser aniquilada. Pero Riemen, armándose con la eseñanza de su maestro espiritual, Thomas Mann –el último representante genuino de la tradición humanista, como lo describe George Steiner- va al campo de batalla para luchar contra la politización de la cultura, de la educación, para salvarlas del utilitarismo y del fascismo que, enmascarado en múltiples formas, amenza otra vez a Europa y la cultura Occidental. La mejor arma de Riemen: el diálogo, la expesión más fiel del humanismo y no la imposición de posturas. Aprendió este arte de otro maestro suyo: Sócrates, por eso está convencido que donde no hay diálogo y conversación es imposible la libertad.

Por lo mismo, el Instituto creado por él, se quiere un espacio para el diálogo y no extraña que por ahí pasen sólo aquellos intelectuales que comprenden el valor de un debate que empieza y acaba con la libertad. Las aulas de este Instituto han sido abiertas desde 1992 a varias personalidades; para mencionar algunas: J. M. Coetze, Jürgen Habermas, Susan Sontag, Daniel Barenboim, Roger Scruton, Gorge Steiner, Milan Kundera, Mario Vargas Llosa, etc., todos ellos defensores del humanismo, de la cultura. Entendemos de entrada el valioso trabajo de Riemen. Sin embargo, éste no acaba aquí. Riemen se destaca también como autor de artículos y de los libros: “Nobleza del espíritu. Un idea olvidada”, traducido en varios idiomas y el “Eterno retorno del fascismo”.

Enfocaré mi discurso en relación a su escrito “Nobleza del espíritu”, ya que a mí modo de enteder el libro de Riemen es un intento desesperado, en el buen sentido de la palabra, de mantener la última llama de la cultura encendida como la luz esperazandora ante el oscuro esfuerzo politizado de borrar aquello que alguna vez se llamaba “alta culura”, accesible a todos aquellos que deseaban abrazar la formación para ennoblecer el espíritu.

Es una invitación a recordar y a recuperar aquello que los sistemas políticos y económicos han borrado con tanta crueldad: el sentido de la educación que no debería ser uno pragmático y utilitario, sino uno que forma el espíritu para la búsqueda de la Verdad, la Belleza y la Bondad. El subtítulo del libro es relevante: Una idea olvidada y no extraña, ya que el valor de la memoria está en su capacidad de recordar. Los griegos nos enseñaron que el alma tiene su memoria y es nuestro deber mantener viva y dar continuidad a esta memoria del alma.

Su libro nace ante ciertos acontecimientos, ante muchas inquietudes, pero también ante el deseo de recordar el sentido de la nobleza del espíritu así como Walt Whitman y Thomas Mann trataron  de resumir en la idea “del arte de ser hombre”. No són los únicos en recordarnos esta misión: desde Sócrates hasta Goethe; desde Goethe hasta nuestros tiempos, los buscadores de la verdad han comprendio que el sentido de la búsqueda es el cultivo del espíritu. Por lo cual Riemen no hace más que recordarnos el valor del de vivir una vida con sentido cuando asumimos la más hermosa tarea que cada uno de nosotros debería tener la obligación de llevar a cabo: formar el carácter.

Desde el punto de vista del estilo, el libro en sí es fiel a la escritura ensayística; un juego libre de ideas serias que el autor las teje entre el recuerdo y la fantasía, pero siempre con la lucidez sobre la situación de nuestro tiempo. De hecho el libro parte de un diálogo real que tuvo lugar en el New York de nuestros tiempos, con más precisión en el New York de 2001, después de la terrible tragedia por la cual paso esta ciudad. Es un diálogo con Elisabeth Mann, la hija del famoso escritor Thomas Mann, y su amigo Joseph Goodman, un personaje peculiar pero que “hereda” a Riemen la misión de escribir sobre la propuesta olvidada de Walt Withman de la Nobleza del espíritu. Partiendo de aquí el libro se vuelve un diálogo imaginario de tal manera que Thomas Mann, Sócrates, Camus, Nietzsche etc., son sólo algunos de los “personajes” de este intrigante diálogo.

El libro nos ofreces varios acercamientos para la comprensión: el tema de la cultura o la crítica a nuestra sociedad, el tema de la civilización o el tema de la educación. Pero al momento de leer este diálogo y tratar de comprender las posturas de los “personajes”, una idea me empieza a obsesionar. Entiendo que el libro es un panorama realista –a pesar de ser un diálogo imaginario- de nuestra sociedad y a la vez es el intento de una llamada a la recuperación de la “nobleza del espíritu” (del humanismo). Para poder recuperar, para poder recordar, Riemen considera que uno debe estar preparado para enfrentar la barbarie (violencia, mentira, poder), sin embargo, es el trabajo del intelectual, del humanista tomar la responsabilidad de esta preparación. Por lo que me da la impresión que la figura central, tanto como objeto de crítica, como para resaltar su valor, es la figura del intelectual, cuya misión, afirma Riemen, es: “lograr hacer ver al grán público que las mentiras son mentiras y que el poder y la fama no son capaces de elevar a verdad una falacia” (p.123).

El autor es consciente que todas estas ideas para la sociedad en la cual vivimos son, desafortunadamente, anacrónicas. Hoy “cultivar el espíritu”, se reduce, en general, a una grata satisfacción del ego moral. Pensamos que si estudiamos una carrera o nos honramos con un titulo universitario o si defendemos ciertas posturas y corrientes artísticas o filosóficas somos humanistas y “depositarios de la cultura” y de la “verdad”. Precisamente es este engaño el que resalta Riemen, ya que en una sociedad donde “time is money”, la idea de tiempo se pervierte en un instrumento mercadológico o un instrumento que debe brindar al hombre “diversión”, de tal manera que el trabajo del intelectual se empieza a pervertir para satisfacer las exigencias de este tiempo instrumentalizado.

Me agrada la sútil, pero firme, crítica de Riemen al intelectual que ha perdido completamente su dignidad, entregando su labor a un sistema que le ofrece el consuelo del elitismo. Es decir, en nuestros tiempos, en una sociedad uniformizada, nivelada como diría Kierkegaard, en la cual el cultivo del espíritu en el ámbito de la educación es precisamente una idea olvidada, el “nuevo” intelectual se toma un papel moralizante y elitista. No está dispuesto al diálogo porque él “tiene” la verdad y su verdad es la que vale. Pero Riemen nos deja claro que un verdadero hombre que busca la verdad, un verdadero humanista, o el auténtico intelectual, no puede ser elitista porque traicionaría toda una tradición reflejada en la idea de “nobleza del espíritu”, en la idea de búsqueda y de formación continua del carácter. Afirma: “ser elitista como intelectual está mal ya que no es democrático” (p. 124) y como bien decía Thomas Mann “ser elitista significa volverse politizado. O, el espíritu no puede ser politizado”.

Creo que aquí debo explicar: la “alta cultura” (reflejada en libros, música, pintura, arte en general) no tiene nada que ver con el “elistismo y el snobismo”. La cultura pertenece a aquel que decide dedicar tiempo, vida, y libertad a la comprensión de nuestra condición humana; es decir, pertenece a aquel que abre su corazón hacia nuevos horizontes de comprensión y está dispuesto siempre al diálogo, al encuentro y no a la impostura. El mensaje es simple: la “cultura” no pertenece a un “grupo especializado o politizado”. Porque de este último deriva el “elistismo”. Sólo para dar el ejemplo más común: ¡Hitler era un “elistista”! y conocemos todos las consecuencias de este elitismo. Por eso, donde se trata de elistismo, de todo tipo (cultural, político, religioso, etc.) no hay libertad. Pero tampoco la cultura pertenece a aquel que no hace nada, que no se esfuerza por su propria formación. Cultivar el espíritu parte de una decisión singular y existencial y significa un esfuerzo asumido que dura toda la vida.

La politización en todas sus formas, inclusive religiosa, representa la aniquilación del espíritu; es la traición de sí mismo del propio intelectual. Por eso considero que Riemen nos transmite el mensaje más provocativo, que es el mensaje mismo de Thomas Mann: “el intelectual debe guardar siempre su independencia” (p.125).

No es fácil estar dispuestos a aceptar este mensaje cuando en calidad de profesores de humanidades, investigadores o estudiantes nos enfrentamos cada día al peligro de la politización -término traducido en la facilidad de acobijarse tras un sistema educativo, tras un sistema político o burocrático- que con su seductora protección nos hacen renunciar a toda una vocación. Como bien dice Riemen, el intelectual que se vuelve politizado “no tiene ojos más que para el interés social” (p. 125).  No cabe duda que uno que tiene la tarea de enseñar humanidades, al leer el libro de Rob Riemen, supongo que tiene, a la vez, la obligación de cuestionar su trabajo y su enseñanza y tiene la obligación de la auto-crítica. Pero el así llamado intelectual de nuestros tiempos, o mejor dicho el pseudo-intelectual, no tiene la disposición de la crítica; para este intelectual, la verdad es su verdad y su trabajo es de humillar al otro, porque no está al alcance de esta “verdad” que defiende. Por eso hoy en día la palabra “discípulo” está a punto de desaparecer. Antes los intelectuales formaban una escuela, una tradición y heredaban toda su enseñanza a aquellos alumnos que querían aprender; formaban grupos para dialogar. Hoy en día el intelectual, como bien observa Riemen, es “el ideologo, el pensador de izquierda o el pensador de derecha” (p. 126). Así el “intelectual” no deja de satisfacer, a como de lugar, su ego moral ya que para él, como diría Dostoyevski: ¡“todo está permitido”!

Con este tipo de intelectual claro que la cultura corre el peligro de ser aniquilada y no extraña que la enseñanza humanista se vuelva una enseñanza politizada de aquello que el intelectual considera “politicamente correcto”. Espanta la idea, que todavía hoy se practica, de la censura dictada por el “intelectual politizado”. 

Para Riemen esta postura e imposición, no es la vía para recuperar la nobleza de espíritu que tiene que ver con nuestra dignidad como seres humanos y con nuestra propia condición. La formación no se logra mediante la prohibición y la imposición, sino mediante la libertad y el diálogo que son las únicas vías para apropiarnos algo del misterio de la verdad. Sin libertad y sin conversación toda una tradición humanista se ve amenazada con desaparecer.

Por lo que el mensaje de Riemen se dirije a nosotros, a mí y a ti, a los que tienen en las manos la enseñanza de las humanidades: la misión del que enseña humanidades; es decir, la misión del verdadero intelectual es aquella de recuperar la “nobleza del espíritu” pero para esto, se necesita, como dice el autor: “ser valiente”. De nada sirve pretender enseñar si esta enseñanza no persigue este ideal; de nada sirve la enseñanza si la finalidad de esta es la mera utilidad. Afirma Riemen: “sin libertad de pensamiento y de expresión, sin derecho a pensar de otra manera, a ser distinto y a discrepar, todos los demás valores se hallan idefensos” (p. 128).

Entendemos porque Riemen ve en Thomas Mann un ejemplo cuando habla de “la nobleza del espíritu”. Seguramente si no hemos leído a Thomas Mann, al menos hemos escuchado de su escrito “La montaña magica” o del “Doctor Fausto”, pero pocos sabemos la vivencia de Thomas Mann, un hombre que también ha cometido el error de pensar que un partido político podía mantener a salvo la cultura. Su error fue el error de varios intelectuales de la primera mitad del siglo XX: podemos nombrar a un Heidegger o a un Emil Cioran etc. Aún así Riemen elige a Thomas Mann no sólo porque es el fiel continuador al ideal de la Bildung (que remite a la formación del carácter para llegar a ser mejor persona mediante la cultura), sino que es un hombre que ha tenido que aprender de su propio error: su reto fue enfrentarse, como intelectual, a su propio engaño. Pero es precisamente esta capacidad de Mann de enfrentarse con el engaño, que lo puso en el camino de la verdad. Lo que salvo a Thomas Mann es el hecho de que, a pesar de todo, “se ha mantenido fiel a la humanidad” (p. 48). Cuando Thomas Mann se da cuenta que enzalzar el nacionalismo o servir a un ídolo, y no a la verdad, no es el modo de salvar la cultura, se aleja lo más posible de la “politización del espíritu”. Toma conciencia de  que “el pensamiento político no es capaz de resolver las grandes dudas existenciales. Unicamente la cultura, la ética, la religión y el arte nos pueden indicar el camino a seguir cuando éstas no sirven a ninguna ideología” (p. 51). Como resultado de todas estas reflexiones y conclusiones está su escrito “Consideraciones de un apolítico”, su manifiesto que muestra la renuncia “a su ingenua confianza en la política conservadora y nacionalista como guardiana del mundo de sus ideas” (p. 57). Como afirma Rob Riemen, es un escrito que a pesar de tener el aire conservador que defiende los valores humanos, es un escrito para el beneficio del futuro. Su inquietud más fuerte era “si la cultura perduraría para siempre o será un mero episodio de nuestra historia”.

Riemen recuerda que en la Alemania del tiempo de Thomas Mann se manifestaba un odio cada vez más intenso hacia la cultura. Decepcionado, describía la sociedad de aquel momento como “una verdadera idólatra de la técnica, donde la política muchas veces es grotesca, donde el fanatismo se erige en el principio de salvación”; sin embargo, es doloroso reconocer que estas palabras pueden muy bien ser actuales. Thomas Mann asumió el reto de luchar hasta el final de sus días para defender la humanidad y sus valores. Como intelectual ¡cumplió con su misión! 

El reto que nos propone Rob Riemen es para nosotros. ¿Qué hacer en una sociedad donde las palabras con las cuales Thomas Mann describe la sociedad del Tercer Reich, son todavía validas? ¿Qué hacer ante la amenza de la continua idolatria a la politización?

Ernesto Sábato nos hablaba de la resistencia como la única manera de enfrentar los retos de nuestros tiempos. Rob Riemen, en el último capítulo de su libro, propone la valentía. Pero en el fondo los dos nos transmiten el mismo mensaje porque resistir es un acto de valentía. No haré aquí un analísis del capítulo, pero se vale enfatizar el mensaje de Riemen: que el hombre entregado a la búsqueda de la verdad, debe tener la valentía de ser sí mismo. Este mensaje es el mismo de Sócrates. Del modo más simple Sócrates nos dejó la enseñanza más compleja: para ser sí mismo hay que dejar todo atrás, inclusive la familia; desapegarse de todo y partir a la búsqueda de la verdad con valentía. El precio de este atrevimiento es la vida misma ya que, el que entrega su vida a esta búsqueda, dice Riemen, en boca de Platón dirgiéndose a Sócrates, ¡no será perdonado! Afirma: “no te perdonarán Sócrates. No te perdonarán que taches de ignorancia la sabiduría de la que ellos se jactan tanto” (p. 147). Pero como afirma Riemen: ¿a qué se debe toda esta envidia? Se debe al hecho de que al elegir vivir la vida desde la libertad, al elegir ponerse en este díficil camino de la búsqueda de la verdad, al elegir hacer de la vida recta una cuestión esencial siguiendo el principo ético fundamental de Sócrates que es mejor “sufrir una injusticia que hacerla”; digo el que elige tratar de vivir para la nobleza del espíritu, siempre será culpable porque su simple presencia siempre recordará a los demás no sólo la  ignorancia, sino la mentira en la cual sucumben cada día, al elegir vivir sus vidas engañándose.

El mensaje es más que relevante: el que elige el camino de la búsqueda de la verdad, será siempre culpable por algo que no hizo. Pero aquí empieza la valentía, porque “valentía es atreverse ser sabio; es la incondicional fidelidad a la búsqueda de la verdad” (p. 150); es atreverse a ser sí mismo, como diría Kierkegaard.

El final del libro es dolorosamente realista, a pesar de ser plasmado por la ficción, y remite a la Leyenda del Gran Inquisidor descrita por Dostoievski en su libro “Los hermanos Karamazov”. A pesar de la ficción del diálogo, el caso es real. Se trata de un intelectual Leone Ginzburg que decide entregar su vida a la cultura y a la enseñanza de la misma. Cuando los nazis lo hacen prisioniero, en 1943, desde la cárcel escribe una carta a su esposa Natalia. La carta acaba con dos palabras que lo dice todo: “se valiente”. No era nada más un mensaje, sino que en estas dos palabras se resumía la vida y la creencia de Ginzburg como intelectual. Ahora está en la prisón, bajo la crueldad de la tortura y el dolor. Pero es precisamente en la vivencia de este dolor que lo visita un compañero suyo de la universidad. Éste llegó para recordarle que no ha sido perdonado: “Nosotros jamás se lo perdonaremos”.  “-¿Quiénes son ‘nosotros’ y qué es lo que no ‘perdonarán’? – pregunta Ginzburg. -Nosotros somos gente que comprendemos que la máxima sabiduría de la vida radica en adaptarse, y lo que no le perdonamos es que usted se niegue a aceptar esa verdad”.

No continuaré con describir el diálogo pero es terrorífica la verdad que hace en él: si no te adaptas, si no te nivelas como diría Kierkegaard, y si no haces todo lo que los demás hacen, nunca serás perdonado. Aquí las palabras de Camus, citadas por Riemen, encuentran su sentido: “A veces odio mi época. No soy un idealista y no son esas realidades, por abyectas y crueles que sean, lo que odio. Son las mentiras en que se revuelcan” (p.128).

Ante la mentira, ante la adaptación, ante un mundo cada vez más enajenado, Riemen nos recuerda la valentía como salvación. Queda al alcance de nuestra conciencia si eligimos vivir masificados, politizados, o partir en la búsqueda del más bello ideal del humanismo: la nobleza del espíritu. 

Fuentes citadas:
Rob Riemen: Nobleza del espíritu. Una idea olvidada. Tr. Goedele de Sterck. 1ª edición. México: Ed. Pértiga/UNAM-CONACULTA, 2008. 
Rob Riemen: Fé, ética y verdad en el siglo XXI, en Letras libres. Febrero 2009, Año XI, No. 122, México.

Excelsior: Nobleza de espíritu

“Los acontecimientos más importantes de la vida no se planifican, sino que nos sobrevienen. Inesperado es el día en el que brota una amistad o un amor; inesperada la hora en la que un ser amado abandona este mundo; inesperado el suceso que nos cambia la vida para siempre”. Las reflexiones que dan forma a este libro no podían ser más pertinentes ahora, pues llevan en su interior el germen de la humanidad (o, al menos, el horizonte ideal al que aspira lo humano… demasiado humano). Buscan, a pesar de encontrarse algo anestesiados en este momento, resaltar, a través del diálogo, los atributos de excelencia de lo que Thomas Mann (al que se le rinde homenaje de muchas maneras en esta obra) llamaba: Adel des Geistes o “nobleza de espíritu”. Rob Riemen (Países Bajos, 1962), ensayista, fundador y presidente del Nexus Institute, publicó originalmente esta defensa de los valores humanísticos clásicos en 2009 como una extensión en la órbita de los propósitos que el foro internacional que preside intenta fomentar en debates filosóficos y culturales. Esta reivindicación que apunta a antiguos logros se vuelve sustancial para la supervivencia. ¡Estas cosas que las grandes empresas suelen arrojar al olvido! — Mario Palomera Torres

TÍTULO: Nobleza de espíritu
AUTOR: Rob Riemen
PRÓLOGO: George Steiner
EDITORIAL: Taurus, col. Pensamiento, México, 2016; 192 pp.

De realisten van morgen

Eind december gaf Rob Riemen een uitgebreid interview aan de Belgische krant De Standaard. Hij blikt terug op hetgeen 2016 de wereld en Europa gebracht heeft en, zonder te vervallen in cultuurpessimisme, waarschuwt voor de gevaren die in het nieuwe jaar op de loer liggen, voor de gevaren van geld en massademocratie. Lees hier het hele interview terug. 

Rob Riemen hakt genadeloos in op de elite, het kapitalisme, de dreigende massademocratie, de Europese leiders en al diegenen die kwantiteit boven kwaliteit verkiezen. Een onverbeterlijk cultuurpessimist dus? ‘Absoluut niet. Pessimisme leidt tot niets. De waarde van Europa zit in ons geestelijk kapitaal, maar we doen er op dit moment niks mee.’

Crónica: Nobleza de espíritu

“La enseñanza universitaria, el alma mater del cultivo del espíritu, está ya politizada”: Rob Riemen

Crónica, 2016-09-08

Alcanzando su segunda edición en México, el libro Nobleza de espíritu. Una idea olvidada (Taurus, 2016), del filósofo e intelectual holandés Rob Riemen, es un intento de mantener la última llama de la cultura encendida; es una luz esperazandora ante el oscuro esfuerzo politizado de borrar aquello que alguna vez se llamaba “alta cultura”, accesible a todos aquellos que deseaban abrazar la formación para ennoblecer el espíritu.

Fiel a la escritura ensayística, seguido por las ideas de los grandes pensadores desde Sócrates a Dostoievski pero, en especial, de la escritura de Thomas Mann, el autor nos propone un juego libre de ideas serias que las teje entre el recuerdo y la fantasía, pero con lucidez, sobre la situación de nuestro tiempo en relación al tema de la cultura, de la civilización y de la educación, siendo una crítica sutil a nuestra sociedad y, a la vez, una llamada a la recuperación de la “nobleza del espíritu” (del humanismo).

El libro de Rob Riemen viene a recordarnos que los jóvenes de hoy deberían ser educados no solo para ser unos buenos profesionistas, sino para comprender que es imposible vivir sin cultura, sin una educación humanista, con valores que hay que rescatar de entre tantas marcas que nos seducen. Este mensaje no es al azar, sino que el autor es consciente de que la enseñanza universitaria, que antes era el alma mater del cultivo del espíritu, está ya politizada, transformándose en una institución formativa de personal calificado.

 Por lo que el mensaje de Riemen es una señal de alarma dirigida a todos nosotros como sociedad, pero en especial al que tiene en sus manos la enseñanza de las humanidades: la misión del verdadero intelectual es la de recuperar la “nobleza del espíritu” pero para esto, se necesita, como dice el autor: “ser valiente”. De nada sirve pretender enseñar si la enseñanza no persigue este ideal; de nada sirve enseñar sin la libertad de pensar. Afirma Riemen: “sin libertad de pensamiento y de expresión, sin derecho a pensar de otra manera, a ser distinto y a discrepar, todos los demás valores se hallan idefensos”.

Fundador y presidente del Nexus Instituut (Instituto Nexus) en Tilburg,  Países Bajos, Rob Riemen ha entregado su misión al servicio de recordarnos el valor fundamental de la cultura para la formación de nuestro carácter. Las aulas del Instituto han sido abiertas, desde el año 1992, a varias personalidades de nuestros tiempos como: J. M. Coetzee, Jürgen Habermas, Susan Sontag, Daniel Barenboim, Roger Scruton, George Steiner, Milan Kundera, Mario Vargas Llosa y muchos más, todos ellos defensores del humanismo. Fuera de dirigir el Instituto y organizar cada año foros en los cuales participan personalidades como las ya mencionadas, Riemen se destaca también como autor de varios artículos y de los libros: “Nobleza del espíritu. Una idea olvidada”, traducido en varios idiomas, el “Eterno retorno del fascismo” y  “La universidad de la vida”.

De Volkskrant interviewt Rob Riemen

Op het tweede gezicht: Rob Riemen, de man achter Nexus

Wie de Europese cultuur lief heeft, zal machthebbers en anderen ongeremd de waarheid moeten voorhouden, vindt Nexus-oprichter en -directeur Rob Riemen. Daarvoor gebruikt hij zijn tijdschrift (al 25 jaar) en de cultuurdenktank Nexus.

1962
Geboren in Eindhoven op 18 februari

1974
Middelbare school (tot 1982)

1982
Studie theologie in Tilburg (tot 1992)

1988
Eerste ontmoeting met mentor Johan Polak

1991
Oprichting tijdschrift Nexus

1994
Oprichting Nexus Instituut.
Eerste Nexus-lezing door Edward Said

1996
Eerste Nexus-conferentie met onder anderen Michael Ignatieff, Peter Sellars en Avishai Margalit

 

Gerard Riemen herinnert het zich nog goed: zijn broer Rob, directeur van het Tilburgse Nexus Instituut, hield een praatje voor Haagse topambtenaren en (oud-)politici. ‘Het was een snoeihard verhaal’, zegt Gerard Riemen. ‘Het kwam erop neer dat zijn toehoorders, die de elite van het land vormden, jammerlijk hadden gefaald als hoeders van de cultuur. Er hing een wat bedrukte stemming in de zaal, totdat oud-premier Ruud Lubbers opstond en zei: ‘Begrijpt u nu waarom zo veel mensen mij vragen waarom ik Rob Riemen een aardige man vind?’ Met die opmerking was het ijs gebroken.’

De anekdote, waarop vele varianten denkbaar zijn, is kenmerkend voor Rob Riemen (54). Hij is begaan met het lot van de Europese cultuur, die ontworteld dreigt te raken in een samenleving die ondernemers en volkszangers op het schild plaatst. Hij weet de leiders van het land om zich heen te verzamelen, maar hij ontziet hen niet. ‘Elk zakelijk opportunisme is hem vreemd’, zegt broer Gerard. ‘Hij zal zijn toon niet matigen om steun te verkrijgen voor Nexus.’

‘Ik heb weleens de neiging om hem voor te houden dat je met stroop meer vliegen vangt dan met azijn’, zegt Simon Reinink, directeur van het Amsterdams Concertgebouw en lid van de raad van advies van Nexus.

Nexus – het Latijnse woord voor samenhang of verbinding – is de naam van twee geesteskinderen van Riemen: een tijdschrift met essays over de Europese cultuur dat elk kwartaal in een oplage van enkele duizenden verschijnt, en het instituut dat lezingen, masterclasses en conferenties organiseert. Het blad verschijnt sinds 1991, toen Riemen nog niet eens was afgestudeerd. Het instituut ontstond in 1994, ter onderbouwing van het bestaansrecht van het blad. ‘Ik dacht: als ik er een instituut van maak, benoem ik mijzelf tot directeur’, zei Riemen in 2008 in de Volkskrant. ‘Als directeur ben ik belangrijker dan zomaar als redacteur. Ik kan beroemdheden naar Nederland laten komen, beroemdheden komen in de krant. Als een door jou naar Nederland gehaalde beroemdheid in de krant komt, ben je zelf ook een beetje beroemd. We weten dat het niet waar is, maar we laten het iedereen geloven, en omdat iedereen het gelooft, kun je gemakkelijker aan geld komen, en dat geld zet ik in voor mijn grote ideaal: het levend houden van de Europese humanistische traditie.

Bekende denkers

Zie hier, in al zijn eenvoud, het business model van Rob Riemen. En dat business model heeft tot dusverre heel adequaat gefunctioneerd. Hij wist bekende denkers, kunstenaars en (oud-)politici te interesseren voor een optreden bij een van zijn samenkomsten, onder wie historicus Simon Schama, schrijver (en Nobelprijswinnaar) Mario Vargas Llosa, dirigent Daniel Barenboim, schrijver en kunstcriticus Robert Hughes, politica Sonia Gandhi, cultuurfilosoof George Steiner, de politicoloog Francis Fukuyama en vele anderen. Bij de laatste conferentie, Democracy Today in the USA, trad de gewezen presidentskandidaat Jeb Bush op. De toehoorders zijn, in de kenschets van De Groene Amsterdammer, ‘geen toevallige passanten, of het typische publiek dat je op literaire of intellectuele bijeenkomsten ziet – wat ouder, beetje kunstzinnig – maar mensen in pak, die speciaal naar Tilburg waren gereisd’.

Tilburg was Riemens thuisbasis zolang de plaatselijke universiteit zijn voornaamste geldschieter was. Maar in die toestand kwam verandering toen Tilburg University – zoals de instelling zichzelf sinds enkele jaren noemt – hem in 2015 liet weten dat er voor voortzetting van de relatie ‘onvoldoende draagvlak’ was. In vijf jaar tijd zal de subsidie worden teruggebracht van 500 duizend euro (per jaar) tot nul. Niemand houdt serieus rekening met de mogelijkheid dat de subsidiestop het einde van Nexus tot gevolg zal hebben.

‘Nexus is als een wielerploeg die op zoek is naar een nieuwe sponsor’, zegt literatuurcriticus Jaap Goedegebuure, medeoprichter van het blad Nexus. En eigenlijk waren de creaties van Riemen Fremdkörper binnen de ‘cultuurarme omgeving’ die Tilburg University volgens Goedegebuure altijd is geweest. In die zin komt met de subsidiestop een eind aan een onnatuurlijke relatie – die de universiteit overigens nog wel een beetje cachet gaf.

Bij de verwerving van nieuwe financiers kan Riemen terugvallen op zijn vaardigheid om toegang te krijgen tot iedereen die er in zijn ogen ook maar enigszins toe doet. Dat talent manifesteerde zich al uitbundig op de Rijksscholengemeenschap in Den Bosch die Riemen van 1974 tot 1982 bezocht, ’twee jaar langer dan strikt noodzakelijk was’, zegt zijn toenmalige schoolgenoot Joyce Hijdra. ‘Hij is tweemaal blijven zitten omdat hij zo druk bezig was met dingen die volgens hem veel belangrijker waren dan school.’

Zo was hij voorzitter van de leerlingenraad, oprichter en zelfbenoemd directeur van het cultureel café en oprichter/hoofdredacteur van het schoolblad Sphinx. In die laatste hoedanigheid nam hij, minutieus voorbereide, interviews af met mensen die maar zelden in schoolbladen figureerden, zoals programmamaker Aad van den Heuvel. ‘Dat waren mensen van buiten onze kring’, zegt Hijdra. ‘Met zijn interviews wilde Rob ons laten zien hoe begrensd de school was.’

Een openbare discussie op de middelbare school georganiseerd door Riemen. V.l.n.r.: Hans Spierings, Rob Riemen, Thieu Vaesens, Joyce Hijdra, leraar Engels Spruit, Geert Mantingh en leraar Nederlands Wim Ruygrok.
Een openbare discussie op de middelbare school georganiseerd door Riemen. V.l.n.r.: Hans Spierings, Rob Riemen, Thieu Vaesens, Joyce Hijdra, leraar Engels Spruit, Geert Mantingh en leraar Nederlands Wim Ruygrok.©

Stronteigenwijs

Op school was hij eerder gerespecteerd dan geliefd. ‘Hij nam geen genoegen met nonchalance en geestelijke luiheid’, zegt Hijdra. ‘Ook niet bij de docenten.’ ‘Hij was een slimme puberjongen met driftbuien’, zegt broer Gerard. ‘Zo iemand die weleens met Hitlergroet de klas uitliep als daar iets was voorgevallen waarmee hij het volstrekt oneens was.’

‘Hij kon lastig zijn en stronteigenwijs’, ondervond zijn vroegere wiskundedocent – en huidige vriend – Geert Mantingh. ‘Hij had niet op voorhand achting voor het gezag. Hij wilde best naar docenten luisteren, maar wat ze vertelden, moest wel zinvol zijn. Zinvol in de brede zin van het woord. Niet met het oog op dat diploma, want daarvan was de intrinsieke waarde tenslotte zeer beperkt.’ Mantingh zelf – een zijinstromer met een arbeidsverleden in de bouw – riep weinig weerstand op bij Riemen omdat hij graag uitstapjes maakte naar andere disciplines, al was het maar om de betrekkelijkheid van zijn eigen vak te laten zien. Een grootheid als Carl Gustav Jung was tenslotte heel slecht geweest in wiskunde.

Na zijn achtjarige schoolloopbaan ging Riemen in Tilburg theologie studeren, niet om theoloog of pastoor te worden, maar omdat deze studie hem van een breed intellectueel en cultureel fundament zou voorzien. ‘Theologie heeft veel raakvlakken met andere disciplines’, zegt zijn vroegere studievriend Paul van Tilburg. ‘Ze gaf ons een vrijbrief om ontzettend veel te lezen.’ Te midden van de andere studenten viel Riemen op omdat hij ‘veel grote woorden gebruikte’. ‘Ik ben zijn tegendeel’, zegt Van Tilburg. ‘Maar het viel mij ook op dat hij al zijn grote woorden waarmaakte.’ Zo transformeerde hij een enigszins in zichzelf gekeerd faculteitsblad in een leesbaar periodiek. Kohelet, heette dat blad. Hebreeuws voor prediker. Het bevatte, net als de schoolkrant die door Riemen was bezield, interviews met bekende mensen ‘van buiten’: de dwarse theoloog Edward Schillebeeckx en vakbondsman Herman Bode – met wie Riemen via zijn vader, zelf actief in de vakbeweging, in contact was gekomen. Marga Klompé, Ruud Lubbers en Joop den Uyl. ‘De voorlichter van de PvdA wilde dat het partijprogramma de leidraad zou worden van dat interview, maar daar heeft Rob met geen woord over gesproken. Wel over Menno ter Braak, en ik neem aan dat hij Den Uyl met die themakeuze ook veel plezier heeft gedaan.’

 
Rob Riemens eerste ontmoeting met Johan PolakRob Riemens eerste ontmoeting met Johan Polak ©

Als hoofdredacteur van Kohelet kwam Riemen ook in contact met uitgever en mecenas Johan Polak (1928-1992), in de perceptie van Riemen ‘de incarnatie van het Europese beschavingsideaal’. Deze ontmoeting is in hoge mate bepalend geweest voor Riemens verdere levensloop. Polak sympathiseerde met zijn plannen voor het blad dat Nexus zou gaan heten, en hij bracht Riemen – voor zover nodig – in contact met mensen die hem bij de verwezenlijking van die plannen konden helpen. Bescheiden was hij daarbij allerminst. ‘De Renaissance begon met twintig man’, zei hij ooit ter bemoediging tegen Riemen, ‘en wij zijn al met z’n tienen.’

Riemen zelf meende met Nexus in een grote behoefte te voorzien. ‘Ik was geweldig naïef’, zei hij jaren later in de Volkskrant. ‘Ik dacht: ik begin een tijdschrift over Europese cultuur, het moet een beetje 18de-eeuws georiënteerd zijn. Dat wil zeggen: er moet humaniora in, en filosofie en wat theologie. Het moet internationaal zijn, het moet er klassiek uitzien. Ik leefde in de illusie dat ernaar uitgekeken zou worden.’

Fijnproevers

En misschien wérd er ook wel naar uitgekeken. Weliswaar niet door de massa’s, die hij als kind van de klassieke verheffingsgedachte hoopte te bereiken, maar wel door een kleine, trouwe schare fijnproevers die zijn zorgen over de banalisering van de Europese cultuur delen. Een cultuurpessimist is hij niet, zei hij zelf in het Belgische Knack Magazine. ‘Als ik dat was, was ik wel in de politiek gegaan of was ik bankier geworden.’ De Britse (conservatieve) filosoof en schrijver Roger Scruton zou Riemen ook niet meteen een cultuurpessimist noemen. ‘Hij is meer een ouderwetse gelovige in de geesteswetenschappen, een ‘Unpolitischer’ zoals Thomas Mann, een representant van de moderne Verlichting die nog iets van zijn vroegere katholieke geloof in zich draagt.’

Paul van Tilburg ziet Riemen als een profeet. ‘Hij gaat in tegen de tijdgeest. Hij is er niet op uit om mensen te pleasen. Hij vertelt machthebbers ongeremd de waarheid. Hij roept dus onvermijdelijk weerstand op. En hij kan op de buitenwereld drammerig overkomen. Maar dat is eigen aan de moeilijke rol die hij op zich heeft genomen.’

Controverse

In 2010 oogstte Rob Riemen veel kritiek met de stelling, in zijn boek De eeuwige terugkeer van het fascisme, dat Geert Wilders ‘het hedendaags fascisme’ belichaamt. Dat hedendaags fascisme definieerde hij als het product van genotzucht, afkeer van de parlementaire democratie en van de oude culturele elite. Deze rekkelijke definitie van fascisme vond bij niet bij iedereen genade. Voormalig VVD-leider Frits Bolkestein, habitué bij veel Nexus-activiteiten, schreef: ‘Door Wilders met het fascisme in verband te brengen, trivialiseert Riemen het werkelijke fascisme.’ Lees Riemens opiniestuk in de Volkskrant hier terug.

Stižemo li na europski after party?

Autograf

Autor: Mile Lasic

Ovogodišnji Dan Europe, 9. svibanj, ostao je u zemljama bivše Jugoslavije u sjenci revizionističkih procesa povodom 70. obljetnice ”pobjede nad fašizmom”, to jest kraja Drugog svjetskog rata u Europi.

Uostalom, nema konačne pobjede nad bilo kojim totalitarizmom, ni tobož’ desnim ni tobož’ lijevim. Oni i nisu korektne političke doktrine, nego ustroji za potiranje razlika, ili ”sile gluposti” (D. Bonhoeffer). Nizozemski intelektualac Rob Riemen govori uvjerljivo o ”vječitom povratku fašizma” (vidjeti ”Vječiti povratak fašizma”, TIM PRESS, Zagreb, 2011.). Pokojni Ralph Dahrendorf upozorava na velike sličnosti totalitarizma, uz izvjesne razlike među njima. A otac ”otvorenog društva” K. Popper ih zove ”neprijateljima otvorenog društva”!

Dani sjećanja na žrtve proteklih ratova su i u Hrvatskoj i u BiH prosto zlorabljeni, a Dan Europe dospio u zapećak. Taj praznik je, inače, uveden u institucionalnu memoriju EU tek 1985. na summitu tadašnje Europske zajednice u Milanu, jer se iz inicijative Roberta Schumana iz 1950. godine nazirao siguran put ka miru i ujedinjenju Europe. Danas u takvo što ne možemo više biti sigurni

Iz ovih razloga sam na mojoj web stranici (milelasic.com) čitateljima i nudio niz otrežnjujućih provokacija, počev od dekonstrukcije mita o Bleiburgu iz pera Drage Pilsela i Ivana Lovrenovića do brandtovske geste na Bleiburgu pokojnog Račana, 15. svibnja 2002., i Bonhoefferova eseja ”O gluposti” / Von der Dummheit.

Pilselova stajališta su na ovom portalu i izložena, pa zato i slijedi samo uvodna rečenica iz Lovrenovićeve nenadmašne dekonstrukcije:

”Kardinal Bozanić, general Stanko Baja Sopta, Dragan Čović, izaslanica Kolinde Grabar Kitarović u subotu 16. svibnja 2015. godine na polju kod Bleiburga govore, a sve što govore urnebesna je ideološka i etička shizofrenija. Zamorno i porazno, porazno i zamorno” (vidjeti ivanlovrenovic.com).

Iz Račanove izjave od prije 13 godina, nakon što je položio vijenac nastradalima i kleknuo, izdvajam:

”…Odavde želim uputiti iskrenu ispriku i sućut svima onima čiji su životi na bilo koji način obilježeni tragedijom Bleiburga, koji su na bilo koji način zbog Bleiburga patili… Nedavno sam se poklonio žrtvama Jasenovca. Danas ovdje izražavam sućut i žaljenje zbog Bleiburga… Prošlost ne možemo mijenjati, ne možemo ni miriti sve one koji su sudjelovali u prošlim krvavim sukobima. Ali vrlo je važno da jučerašnji sukobi ne potiču nove i aktualne, vrlo je važno da se jučerašnja mržnja ne prenosi na nove generacije želimo li čuvati i očuvati demokratsku Hrvatsku…”

Ovakvi pristupi ne pripadaju mainstream varijanti u Hrvatskoj, pa su i dani sjećanja na žrtve proteklih ratova i u Hrvatskoj i u BiH prosto zlorabljeni, a Dan Europe dospio u zapećak. Taj praznik je, inače, uveden u institucionalnu memoriju EU tek 1985. na summitu tadašnje Europske zajednice u Milanu, jer se iz inicijative Roberta Schumana iz 1950. godine nazirao siguran put ka miru i ujedinjenju Europe. Danas u takvo što ne možemo više biti sigurni.

Tadašnji francuski ministar vanjskih poslova Robert Schuman je u Kay d’ Orsayu, palači francuskog MIP-a, tog davnog 9. svibnja 1950. u biti obrazložio projekt ujedinjenja šest europskih zemalja (Francuske, SR Njemačke, Italije i tri zemlje Beneluxa) u dvije važne industrijske grane, ali je i nagovijestio projekt mira i ujedinjenja Europe, pa se danas o njemu govori i u redovima europskih crkvi kao o prvom ”sekularnom svecu” (on je bio katolički laik).

”Kardinal Bozanić, general Stanko Baja Sopta, Dragan Čović, izaslanica Kolinde Grabar Kitarović u subotu 16. svibnja 2015. godine na polju kod Bleiburga govore, a sve što govore urnebesna je ideološka i etička shizofrenija. Zamorno i porazno, porazno i zamorno” (vidjeti, ivanlovrenovic.com)

Htio sam reći kako su svim zemljama bivše Jugoslavije neophodne temeljne europeizacije narativa i javnih politika, što prosto podrazumijeva i kulturu ”kritičkog nadvladavanja prošlosti”, za koju se u ovim zemljama ne želi znati. A ako se prilagodbene zadaće ne izvrše kako valja tijekom preuzimanja acquisa (pravne stečevine EU), što je vidljivo u slučaju Hrvatske, onda je neophodno govoriti i o nužnosti retrospektivne europeizacije i narativa i javnih politika.

Hrvatska je, doista, ušla u EU ”iza ponoći”, kako je to slikovito formulirao u predavanju u Zagrebu, uoči hrvatskog ”Day D”, 1. srpnja 2013., britanski povjesničar Niall Ferguson, kad su svi gosti pijani, a hrane je ponestalo, kad je prostor uneređen, dok mnogi spavaju, a neki su već uzeli kapute i pripremaju se za odlazak. Ovu opasku sam preuzeo iz knjige Srećka Horvata i Slavoja Žižeka ”Šta Evropa želi?” (Laguna, Beograd, 2013.), jer mi je bila potrebna za predavanje studentima iz cijele BiH na ”Simuliranom parlamentu 2015”.

Predavanje sam skeptično naslovio ”Spašavanje vojnika Rayana” kako bih naglasio potpuno neizvjesni ishod pojačanih EU medijacija u BiH. Ostajem pri skepsi, unatoč činjenici da 1. lipnja o. g. stupa na snagu Sporazum o stabilizaciji i pridruživanju između EU i BiH. Ostajem pri skepsi i nakon što drugačije sugeriraju upravo objavljeni rezultati istraživanja javnog mnijenja, po kojima bi 78% građana BiH odgovorilo na referendumu pozitivno na pitanje: “Podržavate li ulazak BiH u EU“. Jer, i ne ovisi put ka EU o građanima BiH.

Najžalosnije je što i u akademskim i u političkim narativima u BiH dominiraju naduti, neznalački i licemjerni govori o sebi i EU. Kako očekivati, primjerice, od unitarista i secesionista ili demokraturskih specijalista u vladama svih razina upravljanja da razumiju EU ako ne razumiju BiH kao ”EU u malom” ili, sui generis, višenacionalnu zajednicu? Zbog toga i cijenim da je broj istinskih Europljana u BiH vrlo malen, a broj licemjera i lažnih Europljana sve veći.

Svim su zemljama bivše Jugoslavije neophodne temeljne europeizacije narativa i javnih politika, što prosto podrazumijeva i kulturu ”kritičkog nadvladavavanja prošlosti”, za koju se u ovim zemljama ne želi znati. A ako se prilagodbene zadaće ne izvrše kako valja tijekom preuzimanja acquisa(pravne stečevine EU), što je vidljivo u slučaju Hrvatske, onda je neophodno govoriti i o nužnosti retrospektivne europeizacije i narativa i javnih politika

Uzaludno je i što se od 20. svibnja o. g. ispred zgrade Vijeća Europe vijori na počasnom jarbolu baš zastava BiH, jer je BiH došla na red da bude prva među 47 zemalja – članica Vijeća Europe u narednih šest mjeseci. Bojim se da zemlja koja zamalo nije suspendirana u Vijeću Europe nije sposobna kao predsjedatelj davati impulse drugima u oblastima klasične kulture i političke kulture.

No, vratimo se knjizi-zbirci eseja Srećka Horvata i Slavoja Žižeka ”Šta Evropa želi?” Ne hvaleći im svaku, kako stariji ljudi u BiH kažu za ljude drugačijih vjerozakona, ovomu autorskom dvojcu je uspjelo napisati provokativnu knjigu poslije koje niste pametniji, ali jeste zabrinutiji. Unutar korica knjige je i esej Aleksisa Tsiprasa, lidera grčke ”ljevice”, koji se već u naslovu pita: ”Uništenje Grčke kao model za celu Evropu. Je li to budućnost koju je Evropa zaslužila?”

Meni se posebice dopao Horvatov predgovor srpskom izdanju ”Stiže li Srbija na after-party?” Ako se ulazak Hrvatske u EU dogodio u momentu i na način kako je opisao Niall Ferguson, kako onda opisati ulazak Srbije pita se Horvat, pa odgovara: ”Pa nikako drugačije nego kao dolazak na after-party”! Ako je tako, dodajem, nije li neizvjesni ”dolazak na after-party” za Srbiju još neizvjesniiji za druge zemlje ”zapadnog Balkana”, posebice za BiH?

”Zapadni Balkan” je, inače, terminus tehnicus iz ”Solunske agende” (2003.), još uvijek ključnog dokumenta za sve zemlje u procesu privođenja EU. Pa ipak, uvijek će se naći netko tko se ne umije ophoditi s ovim pojmom, jer želi negirati ”regiju” u političkom smislu ili ustvrditi da postoji samo u gospodarskom pogledu.

Mi ”eurolozi” znamo, pak, da putovi ka EU iz zemalja ”zapadnog Balkana” vode preko umreženja sa susjednim zemljama. Za infrastrukturna umreženja cestovnih, željezničkih i energetskih transverzala, uostalom, EU predviđa Višedržavnim starteškim dokumentom (2014. – 2020.) 14,7 mlrd. eura.

Uostalom, i EU još uvijek liže rane od užasnih posljedica koje je neoliberalni ”cunami” ostavio u financijama, socijalnim, školskim i drugim sustavima poslije svjetske financijske i gospodarske krize iz 2008. godine. O tome na svoj način govori i manjak solidarnosti unutar EU glede svojevrsnog dužničkog ropstva u tzv. PIIGS-zemljama (Portugal, Italija, Irska, Grčka i Španjolsk).

Ako se ulazak Hrvatske u EU dogodio u momentu i na način kako je opisao Niall Ferguson, kako onda opisati ulazak Srbije pita se Horvat, pa odgovara: ”Pa nikako drugačije nego kao dolazak na after-party”! Ako je tako, dodajem, nije li neizvjesni ”dolazak na after-party” za Srbiju još neizvjesniiji za druge zemlje “zapadnog Balkana“, posebice za BiH?
Ili, možda što je ova ružna kratica (engl. pigs znači svinje), kako upozoravaju Žižek i Horvat, u žargonu već transformirana u sintagmu ”GYPSI-states”. EU je, ipak, s njezinim brojnim problemima, za zemlje ”zapadnog Balkana” moguće ”svjetlo na kraju tunela”. Pri čemu, upozorava razložno Horvat: ”Svjetlo na kraju tunela nije uvijek spas, već je najčešće vlak koji nam juri u susret”.

I na kraju, ukoliko bi se EU i definitivno prepustila njezinim (i američkim) bankarima, od nje bi odustali i ”posljednji Mohikanci”, oni Europljani kojima su ideje mira i ujedinjenja daleko vrednije od svih banaka i bankomata ovoga svijeta. U takvoj EU bilo bi pitanje dana kada bi se države-članice ponovo survale u ”sacro egoizme”, u zloćudne nacionalizme, u svoju lošu prošlost! U takvoj EU i ne bi, naravno, bilo više mjesta za siromašne rođake s Balkana. No, dok još nije baš sve tako crno, preporučavam kao profesor europskih integracija hoditi ka EU sebe radi, europeizirati narative i javne politike, pa taman i stigli u EU tek na ”after-party”!

Jordi Pujol acerca de Nobleza de espíritu

Rob Riemen (1962), fundador i director del Nexus Instituut de Tilburg (Holanda), dedica aquest primer llibre seu a la defensa d’una idea que avui és inoportuna, no ven. Es tracta de la noblesa d’esperit: el pensament lliure, independent, desinteressat i exigent, en cerca de la sabiduria, la bellesa i la veritat. No és la posició de l’intellectual tancat a la torre d’ivori, sinó del qui viu la realitat, sense supeditar la distinció entre el bé i el mal als dogmes d’una doctrina, ni substituir la veritat per la pròpia ideologia, o la mentida. Serà, potser, una posició elitista, d’aristocràcia d’esperit, però gens fàcil ni còmoda de seguir i mantenir, i que ha costat la vida a molts. Riemen desenvolupa aquesta idea, brillantment, en tres assaigs. El primer el dedica a la trajectòria vital i intellectual de Thomas Mann, amb el rerefons del nazisme i de la Segona Guerra Mundial. En el segon, el pensament de diferents filòsofs li serveix per reflexionar sobre el poder i el concepte de civilització. En el tercer exemplifica en les morts de Sèneca, a Atenes, i de Leone Ginzburg, a la Itàlia feixisita, l’ideal de la noblesa d’esperit portat a les últimes conseqüències. Un llibre i una idea per tenir molt en compte, especialment en temps convulsos i confusos.

Jordi Pujol

Bespreking in literair tijdschrift Vooys

De politieke relevantie van het beschavingsideaal

Over Adel van de geest en De eeuwige terugkeer van het fascisme van Rob Riemen

 

(Ingekorte tekst)

 

Het ware, goede en schone

De oproep om het Europese beschavingsideaal nieuw leven in te blazen, ligt ten grondslag aan de activiteiten die ‘Riemens’ invloedrijke Nexus Instituut organiseert.  Toch is Riemens pleidooi anno 2011 allesbehalve vanzelfsprekend. De gedachte dat de mens door cultuur, meer specifiek: de schone letteren, ‘bevrijd wordt van het dierlijke en tot beschaafd mens gevormd wordt’ is sinds de Tweede Wereldoorlog ernstig in diskrediet geraakt.

 

Cultuurkritiek

Riemens pleidooi wekt, alleen al vanwege de ongebruikelijkheid ervan, hoe dan ook sympathie. Er is een zekere moed nodig om in deze tijd een lans te breken voor de hoge cultuur. Het vergt ook moed om dat pleidooi te gieten in een uiterst persoonlijk, cultuurkritisch essay. Het genre van de cultuurkritiek, dat in de jaren twintig en dertig van de vorige eeuw met boeken als Oswald Spenglers Der`Untergang des Abendlandes, Ortega y Gassets La rebelión de las masas en Huizinga’s In de schaduwen van morgen furore maakte, heeft in onze tijd immers veel aan aanzien en impact verloren.

Dat is een symptoom op zich, de burgerlijke cultuurkritiek was in de twintigste eeuw namelijk hét genre waarin de intellectuele elite zich verzette tegen de afbraak van haar idealen.

 

Adel van de geest vertoont echter dezelfde urgentie als eerdergenoemde cultuurkritische geschriften. Het boek is geschreven vanuit een diepe, innerlijke overtuiging die je zelden tegenkomt bij een intellectueel.  De grootste verdienste van Riemens boek, zijn grote betrokkenheid en innerlijke overtuiging, is bij eerste lezing tegelijkertijd de grootste makke; ik heb me echt over zijn bewogenheid heen moeten zetten om toegang te krijgen tot de inhoud. En ik vrees dat er meer lezers zijn die zich daardoor hebben laten afschrikken.

 

Geweld

9/11 Is de aanjager, de duvelstoejager van de vraag waarom het de moeite waard is om dit ‘ernstig verwaterde ideaal’ van de menselijke waardigheid nieuw leven in te blazen, en wel vanwege de geweldloosheid waar de geestesadel voor staat.

In de woorden van Riemen zelf: ‘Feit is dat één elementaire beschavingsnorm nog steeds geldt: er is geen geweld nodig om politieke veranderingen tot stand te brengen.’ en ‘De horror van 11 september, dit gruwelijke begin van de eenentwintigste eeuw, zou iedereen moeten doen beseffen dat onze menselijke waardigheid op het spel staat, en die mogen we nooit verliezen.’

 

Veel intellectuelen verheerlijkten na 9/11 de terreur en het geweld, iets wat telkens weer lijkt te gebeuren. Een verheerlijking die de essayist een doorn in het oog is, want in strijd met alles waar hij voor staat: ‘Het is het verraad der intellectuelen, maar ook dat is sinds de twintigste eeuw helaas niet nieuw’, schrijft hij cynisch. Op dat moment wordt duidelijk dat het Riemen niet louter te doen is om een eerherstel van de humaniora, maar dat hij met zijn essays ook politieke relevantie nastreeft.

 

Politieke crisis

Dat wordt eens te meer duidelijk in het boek dat Riemen een jaar na Adel van de geest publiceerde, De eeuwige terugkeer van het fascisme (2010). In dit pamflet signaleert en beschrijft Riemen de beschavingscrisis van de twintigste eeuw die tot onze huidige tijd voortduurt.

Die beschavingscrisis staat niet op zichzelf, maar heeft ook politieke gevolgen, de beschavingscrisis vormt namelijk de voedingsbodem voor een politiek klimaat waarin het fascisme kan opbloeien. In de woorden van Riemen: ‘Dit zijn de gecorrumpeerde elites die de geestelijke leegte cultiveren waarin het fascisme weer groot kan worden.’

 

De beschavingscrisis en de politieke crisis kunnen, met andere woorden, niet los van elkaar gezien worden; ze zijn onlosmakelijk met elkaar verbonden. Ontkoppel je de twee crises, dan mis je de essentie van Riemens betoog.

 

In de kritieken is echter precies dat gebeurd. Zo richtte de kritiek zich bij Adel van de geest voornamelijk op de (on)houdbaarheid van het beschavingsideaal als cultureel ideaal, met voorbijgaan aan de politieke implicaties van zijn betoog. Ten aanzien van het pamflet richtte de kritiek zich daarentegen met name op de juistheid of onjuistheid van Riemens politieke analyse, met voorbijgaan aan zijn analyse van de geestelijke armoede van onze tijd.

 

Net als in Adel van de geest is in De eeuwige terugkeer van het fascisme het woord ‘geweld’, of beter: ‘geweldloosheid’, het woord dat beide crises met elkaar verbindt; het is als het ware het scharnierpunt van Riemens betoog. Zijn in Adel van de geest de aanslagen van 11 september 2001 het soort gewelddadige (politieke) oplossing waar hij van gruwt, in De eeuwige terugkeer van het fascisme staat de PVV symbool voor een politiek denken en handelen dat het beschavingsideaal aan zijn laars lapt, en dat precies daarin fascistisch, anti-humanistisch is. Het fascisme is, aldus de essayist, ‘een politiek fenomeen dat we nu mogen omschrijven als de politisering van de geestesgesteldheid van de rancuneuze massamens’.

 

(Het gebruik van) geweld als politiek antwoord, als absolute tegenpool van beschaving, dát is waar Riemen ons voor wil waarschuwen. En precies daarom is het beschavingsideaal ook voor onze tijd van belang. Niet omdat de PVV geweld predikt of verheerlijkt – dat doet de ‘partij’ niet –, maar omdat het huidige politieke klimaat krachten kan mobiliseren die gewelddadige confrontaties niet uitsluiten of voorkomen. Hoe oneens iemand het verder ook is met Riemens betoog, alleen de allergrootste cynicus kan het voor zichzelf verantwoorden dáár de ogen voor te sluiten.

 

Liesbeth Eugelink is schrijver, essayist en criticus. Haar werk beweegt zich op de grens van literatuur en filosofie.

Interview in Le nouvel observateur

La trahison des intellectuels
Y a-t-il encore une noblesse de l’esprit?

S’il reste encore un intellectuel pour croire à la noblesse de l’esprit, c’est bien lui. Il est hollandais. Il s’appelle Rob Riemen. A l’heure du relativisme des valeurs et du nihilisme, lui rend hommage à ces grands hommes que furent Socrate, Goethe ou Camus. Grands justement par cette noblesse de l’esprit, dignité oubliée chère à Spinoza. Thomas Mann lui-même disait que là où disparaît cet idéal disparaît la civilisation. Voici quatre extraits de l’ouvrage magnifique de Rob Riemen.

Essayiste, Rob Riemen est le fondateur et président de l’Institut Nexus, centre international de réflexion qui a pour vocation d’alimenter le débat philosophique et culturel occidental.

Mann était au sommet de sa gloire, et en même temps, il n’a jamais aussi profondément désespéré du sens de l’existence. Il avait bâti sa vie sur le principe moral de l’abnégation, du renoncement goethéen. Il s’était exercé à cette ascèse. Cela l’avait protégé de toutes les tentations et lui avait permis d’employer son temps au travail. Il s’asseyait encore chaque matin à neuf heures précises à son grand bureau d’acajou pour continuer son œuvre d’écrivain durant les heures paisibles du matin. Mais lesdites heures sont longues quand la feuille reste blanche. Quelle était à présent la justification de son existence ? « J’ai préféré la mélancolie qui espère, qui aspire et qui cherche, à celle qui, morne et stagnante, désespère », écrit Van Gogh dans l’une de ses lettres. C’est précisément cette mélancolie que Thomas Mann trouve chez Tchekhov, un homme et une œuvre auxquels il consacre, au cours de la dernière année de sa vie, l’un de ses plus beaux essais. Dans la vie et l’œuvre du jeune nouvelliste, il reconnaît sa propre éthique du travail, son propre humanisme empreint de scepticisme, son ironie, et l’idée que se changer soi-même, si l’on en est capable, est la plus grande des obligations morales.

L’intégrité est la capacité à reconnaître ses responsabilités. Albert Camus devait à sa responsabilité d’intellectuel de reconnaître qu’après la guerre, lesdits intellectuels, qui comme lui étaient issus de l’école du nihilisme, avaient leur responsabilité dans le raz de marée destructeur qui avait déferlé sur l’Occident en sapant systématiquement les fondements sur lesquels la digue de la civilisation était construite : les valeurs impérissables, la distinction intemporelle entre le Bien et le Mal. D’où sa contribution timide mais convaincue à l’entretien avec Malraux:

‟Ne sommes-nous pas tous responsables de l’absence de valeurs ? Ne devrions-nous pas être les premiers à déclarer publiquement que nous nous sommes trompés, que des valeurs morales existent et que nous ferons désormais tout ce qui est possible pour les clarifier et les affermir ? Ne croyez-vous pas que cela offrirait alors le commencement d’un espoir?”

Durant la guerre, il avait écrit dans ce même carnet : « L’homme peut-il à lui seul créer ses valeurs ? C’est tout le problème. » La conviction qu’il exprime face à Malraux, Sartre et Koestler est sa réponse. Non, pour conserver sa dignité humaine, l’individu libre n’a pas le droit de nier les valeurs universelles et intemporelles. Ce sont précisément les intellectuels qui devront résister à cette forme de nihilisme. Tout n’est pas permis. La liberté humaine est relative, conformément à la nature humaine, elle est subordonnée à l’idéal éternel, jamais entièrement réalisé, de sa dignité. En outre, la liberté absolue oblitère la justice. Il y a des valeurs absolues qui sont au-dessus de nous et qui obligent chacun. Ceux qui défendent encore le nihilisme ou le relativisme aujourd’hui sont moralement des nains, impuissants face à la violence et aux assassinats collectifs.

Grand est le manque d’intégrité intellectuelle. Grande est la trahison des intellectuels.
Sont-ils étonnants, ces manquements de la civilisation occidentale ? Pourquoi ? Pourquoi ce nihilisme? Pourquoi cette trahison de la noblesse de l’esprit ? La tentation du pouvoir est une première raison : être enfin influent, être enfin écouté, voire admiré. Rien ne rend plus dépendant que le pouvoir et la gloire.

Pourquoi cet essai?

A l’origine de cet essai, il y a Elizabeth Mann Borghese, fille de l’écrivain Thomas Mann. Elisabeth avait un ami de très longue date, Joseph Goodman, un musicien amoureux de la poésie de Walt Whitman au point de commencer en l’honneur de celui-ci l’écriture d’une cantate baptisée “la Noblesse de l’esprit”. L’ami mourut avant d’avoir achevé sa partition. Un soir au River Café, au pied du pont de Brooklyn, devant deux verres de Chardonnay, Elisabeth pria Rob Riemen de bien vouloir achever par les mots ce que Joseph Goodman avait commencé par les notes.

Et pour les conserver, pour rester l’idéologue d’un parti ou un leader d’opinion, un porte-parole du « on », il faut en permanence s’adapter. S’il est un endroit où règne le conformisme, c’est bien chez les intellectuels politisés. Perdre en pouvoir et en influence en faisant montre d’indépendance d’esprit, voilà qui ne peut qu’emplir ces réalistes d’effroi.

Pour le pouvoir politique, on abandonne le monde de l’esprit. L’excuse étant qu’il ne s’agit pas d’interpréter le monde, mais de le changer ! Finissons-en avec l’injustice ! Mais, comme le remarque avec justesse Benda dans son traité sur la trahison des clercs, de grands esprits tels qu’Erasme, Spinoza ou Kant sont toujours restés fidèles à l’esprit et à leur propre indépendance. Ils n’avaient pas l’orgueil de vouloir libérer l’humanité de tous ses maux, mais ils sont restés fidèles à leur obligation de faire perdurer la conscience de ce qui est bon. La connaissance du bien et du mal, la conscience des valeurs et de la dignité étaient préservées. N’est-ce pas là une justification suffisante à l’existence des intellectuels ? Pour beaucoup d’entre eux, apparemment pas : « De nos jours, les écrivains sont exposés à une nouvelle tentation : celle de pouvoir vivre largement en donnant leur sentiment sur des sujets dont ils ne savent rien », observait Stephen Spender en 1951. Quelque chose a-t-il changé depuis ? »

Socrate ! Où es-tu passé ?

Il est chez ses amis et n’en a pas encore fini. Car eux non plus ne croient pas à la thèse selon laquelle les philosophes doivent être rois en leur pays. Ils connaissent trop d’intellectuels pour cela. Mais Socrate explique que seul le vrai philosophe peut être roi, parce qu’il est, par nature, doué de mémoire, de facilité à apprendre, de grandeur d’âme et de bonne grâce et est ami et comme parent de la vérité, de la justice, du courage et de la tempérance ». D’accord, rétorquent ses amis, en théorie, c’est à cet honnête homme* qu’il faudrait confier le gouvernement de la cité, mais les faits infirment la théorie. La plupart des intellectuels sont, à proprement parler, corrompus. Et ceux qui ont les caractéristiques que Socrate attribue au vrai philosophe sont considérés comme de tels excentriques par la société qu’en aucun cas, son gouvernement ne leur écherra. Socrate est tout à fait d’accord avec cela. Cependant, le but de sa vie, la connaissance de la sagesse, est surtout discrédité par ceux-là mêmes qui en font profession:

‟Ils font grand tumulte en public et sans savoir ce qui est bon ou mauvais, juste ou injuste, se conformant dans l’emploi de ces termes aux instincts du grand animal, la foule, appelant bon ce qui le réjouit, et mauvais ce qui l’importune. Par ces paroles vides, pleines de suffisance et d’orgueil, toujours orientées vers ce que la foule veut entendre, ces gens-là obtiennent tout le pouvoir.”

Le nouvel observateur, Anne Crignon
28 juli 2009