Lezen in tijden van corona

Voor alle leden van het Nexus Instituut – bestaande, nieuwe, en oude leden die ooit hun lidmaatschap opzegden wegens ‘geen tijd om te lezen’ – publiceerde Rob Riemen sinds het uitbreken van de coronapandemie een bijzondere reeks essay onder de titel Lezen in tijden van corona.

Lees de essays in het online archief van het Nexus Instituut:

 

 

El món de demà

I si el món del demà es converteix en el món d’ahir? No en el món de les memòries de Stefan Zweig (evocadores de l’esplendor previ a la Primera Guerra Mundial), si no l’època que va venir després d’aquesta guerra: l’època feixista.

“No, no és possible”. Així vol que ho creguem una classe política i acadèmica. Populisme, sí, però feixisme, ¿fas broma? Però aquest tipus de negació, com recorda Zweig, no és molt diferent de la mentalitat europea durant la primera dècada del segle XX. Una guerra mundial? Impossible! I malgrat això, va succeir. Va ser un primer capítol.

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Jubileumjaar 2019: 25 jaar Nexus

25 jaar geleden richtte Rob Riemen het Nexus Instituut op. Sinds 1994 organiseert het instituut lezingen, conferenties, symposia en masterclasses waar een internationaal debat over kunstzinnige, levensbeschouwelijke en cultuurfilosofische onderwerpen wordt gevoerd, belicht vanuit de humanistische traditie, met ruimte voor andere stemmen.

Om dit jubileum te vieren, organiseert Nexus in 2019 enkele feestelijke activiteiten. Zo was op zaterdag 25 mei de Nexus-lezing door Ai Weiwei, op zaterdag 21 september een jubileumsymposium rondom De Toverberg van Thomas Mann en op 10 november de Nexus-conferentie ‘The Ring’ over de grote thema’s van Wangers Ring-cyclus. Kijk op nexus-instituut.nl voor meer informatie

To Fight Against This Age: on fascism and humanism (nieuwe vertalingen)

To Fight Against This Age, het nieuwste boek van Rob Riemen, is een internationale bestseller, geprezen door onder meer Amos Oz, Anne Applebaum, Simon Schama en in The New York Times.

Na de Engelse, Spaanse en Catalaanse editie, verschenen onalangs ook vertalingen in het Koreaans (Maybooks), Turks (DeliDolu/Tudem Egitim) en Servisch (Dereta).

Lees meer over dit boek of bestel de Engelse editie

 

‘This is a bold, courageous, original and provocative meditation. It challenges many trendy diagnoses of the present crisis of western civilization, by offering some very surprising and unexpected perspectives.’
—Amoz Oz

 

“L’augment de l’estupidesa és aterridor”

Rob Riemen (Països Baixos, 1962) és el fundador de Nexus, una institució que fomenta el debat filosòfic i cultural. Aquesta és la seva manera de lluitar contra el feixisme. I és que està molt preocupat, Riemen. Vivim en una societat que té tots els números perquè el monstre rebroti. Ens ho explica a Per combatre aquesta època. Dues consideracions urgents sobre el feixisme. Fa pensar. I, aquest, és el primer pas.

Mas
 

Publishers Weekly – review

In a book composed of two timely and lengthy essays, “The Eternal Return of Fascism” and “The Return of Europa,” Riemen draws on works of great thinkers to issue a ringing humanist appeal for a return to Enlightenment values. He posits this restoration as the cure for resurgent fascism, defined as “the political cultivation of our worst irrational sentiments: resentment, hatred, xenophobia, lust for power, and fear!” Among others, he cites Marcel Camus, Thomas Mann, Friedrich Nietzsche, and Baruch Spinoza. Riemen’s enthusiasm for those whom Paul Valéry calls the “irreplaceable intellectuals” of the past is, at times, stronger than his analysis of contemporary political reality. For instance, his citation of Mann’s critique of younger people as “collectivist” but politically apathetic doesn’t square with the experience of Trump-era America. Riemen’s insights into how fascism manifests in different societies, though, are piercing. Notably, he echoes Mann in arguing that xenophobia will become more prevalent in America “in the name of freedom.” His erudite essays add an enriching element to the ongoing conversation of a contentious political moment. (Jan.)

KIRKUS – review

Essayist Riemen (Nobility of Spirit: A Forgotten Ideal, 2008), founder of the Nexus Institute, an organization devoted to fostering philosophical inquiry and debate, mounts an impassioned argument for resistance to fascism, which he sees spreading globally.

“We are just at the beginning of contemporary fascism,” writes the author, comparing the current political atmosphere to those of Italy and Germany before World War II, when “demagogues and charlatans” rose to power, each seen as “the antipolitical politician” promising to make his country great again. Fascist techniques, he asserts, “are identical everywhere: the presence of a charismatic leader; the use of populism to mobilize the masses; the designation of the base group as victims (of crises, of elites, or of foreigners); and the direction of all resentment toward an ‘enemy.’ ” The real enemy of Western culture, he maintains, is not an influx of foreign immigrants, nor Islamic fundamentalism, but “the ever-increasing trivialization and dumbing-down of our society.” A society that values “technology, speed, money, fame,” and superficial pleasure—which he calls “kitsch”—is a society in moral crisis. Mass democracy, writes the author, has degenerated into “stupidity, propaganda, claptrap, [and] vulgarity.” It no longer carries out its mission to educate, “to elevate human beings, to enable them to think and to be free.” Riemen draws on many writers who have offered similar critiques of the erosion of values, including the poet Paul Celan, who struggled to make poetry “true again” after the horror of the Holocaust; Primo Levi (an entire civilized people, he wrote, “followed a buffoon whose figure today inspires laughter”); Theodor Adorno, who urged spiritual independence; Winston Churchill, who championed “a kind of United States of Europe”; and Albert Camus, who exalted both the idea of beauty and “the common dignity of man.” Thomas Mann, too, is repeatedly invoked to defend democracy and rail against “egotism, cruelty, cowardice, and stupidity.”

An extremely relevant, urgent call to revive true democracy and acknowledge the perils of fascist ideology.

Laberinto

El director del Instituto Nexus con sede en holanda y uno de los pensadores más destacados en la actualidad ha publicado Para combatir esta era, una mirada aguda sobre el retorno del fascismo en los regímenes supuestamente democráticos. En estas páginas reflexiona sobre el legado filosófico de los autores clásicos, la importancia del lenguaje como proyecto político y el nihilismo contemporáneo. Entrevista

El Cronista

El fenómeno mundial del fascismo y del populismo

Daniel Muchnik

Tanto en Europa como en Estados Unidos, en estos días de aturdimiento político, se sostiene que populismo es similar al fascismo. Esto se dio en días de patoterismo, como el de Donald Trump o el surgimiento en Europa de partidos con propuestas xenófobas, racistas y de negación de todos los cimientos de las democracias liberales, que participan de elecciones o que ya están encaramados en el poder. Entre los representantes populistas en América latina, aunque algunos ya no están, figura sin duda Cristina Fernández de Kirchner.

No faltan teóricos que afirman que el fenómeno de aparición del populismo extremo aparece con la crisis económica de 2008 y sus consecuencias que favorecieron aún más la desigualdad y, en el viejo continente el fenómeno de la inmigración, el otro, el extraño identificado con el peligro. Surgieron políticas duras de contención de la ola de africanos y de víctimas de las guerras de Medio Oriente. Pero no fueron suficientes para calmar a muchos grupos. No hubo reacciones sólo en el Este de Europa sino en la misma Italia. Y hay posiciones xenófobas extremas no sólo en Holanda; las hay del mismo modo en el democrático mundo nórdico Europeo, señalados como los más democráticos y civilizados.

Ya estaban (los skinheads hace años) pero se incrementaron los violentos que dieron pruebas de odio extremo. Quemaron viviendas, azotaron a los extraños. En los ex países que pertenecían a la órbita de la Unión Soviética surgió un nacionalismo populista intolerante, como en el caso de Polonia y Hungría, contaron en sus parlamentos con neo-nazis y algunos de sus dirigentes deslizaron apreciaciones o discursos antisemitas.

En Grecia, un partido abiertamente pro-nazi tiene lugar en el Parlamento.

En el fenómeno populista un o una líder representa las necesidades del pueblo, se consagra como la voz del pueblo, la que cuida los intereses del pueblo y subida a ello dicta, sanciona, excluye , otorga, margina, como se le antoja, arbitrariamente. Todo ello en nombre del pueblo de la que ella es guía consagrada. En otros casos adquiere otras formas. Se conocen la tragedia de las víctimas del militarismo populista, como el de Venezuela

Según el Diccionario de Política de Norberto Bobbio fascismo, entre muchas definiciones existentes, es un sistema de dominación autoritario caracterizado por un monopolio de la representación política por parte de un partido único y de masas, con una ideología fundamentada en el culto del jefe, en la exaltación de la colectividad nacional y el desprecio de los valores del -para el fascismo- individualismo liberal.

En su último trabajo editorial, Rob Riemen (Para combatir esta era-Consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo) respetado ensayista, fundador y presidente del Nexus Institute, un foro independiente, señala que el fascismo populista estaba latente en Europa desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Que los millones de víctimas no terminaron de el, como se creía o se escuchaba. Reconoce, empero, que el término populismo es huidizo. Concretamente Riemen dice: “El uso de la categoría populista es tan sólo una forma más de cultivar la negación de que el fantasma del fascismo amenaza nuevamente a nuestras sociedades”. Agrega: “…y de negar el hecho de que las democracias liberales se han convertido en su contrario: democracias de masas que están privadas de espíritu democrático.”

Riemen juzga que una segunda razón por la cual el regreso del fascismo y la pérdida del espíritu democrático se acepta es la vergüenza de ciertos partidos de izquierda que asumen la tradición de la Ilustración de la segunda mitad del siglo XVIII. Sus artículos de fe como el progreso humano, la racionalidad, las instituciones, los valores políticos y sociales como pilares de la sociedad han sido abandonados en los rincones.

En esa dirección el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, confrontando con la Gran Depresión y una Europa Fascista declaró, en marzo de 1933, en su Discurso Inaugural: “De lo único que debemos tener miedo es del miedo mismo”. Roosevelt, político de especial inteligencia y sagacidad era consciente de que las sociedades dominadas por el miedo son sensibles a las falsas promesas de la ideología fascista-populista y sus líderes autocráticos.

En el mismo libro se reproduce una definición del famoso director de cine Federico Fellini, que admite haber sido miembro del movimiento de juventudes fascistas. Considera Fellini: “El fascismo siempre surge de una falta de conocimiento de los problemas reales y el rechazo de la gente -por pereza, prejuicio, avaricia o arrogancia-a dar un significado más profundo a sus vidas. El fascismo no puede ser combatido si no reconocemos que no es más que el lado estúpido, patético y frustrado de nosotros mismos, y del cual debemos estar avergonzados”.

Albert Camus y Thomas Mann no fueron los únicos que, una vez terminada la guerra, asumieron pronto lo que muchos estaban ansiosos por olvidar: el bacilo del fascismo permanecerá virulento en el cuerpo de la democracia de masas. El fascismo nunca es un reto, sino un problema mayor, pues inevitablemente conduce al despotismo y a la violencia.

Que una cuarta parte de la población argentina siga sin importarle que un gobierno robe sin pudor con tal de que su líder vuelva al poder es peligroso. Es generalmente hombre-masa, autoindulgente que se comporta desaprensivamente y no alcanza o no puede pensar. Lamentablemente muchos de ellos conocen un solo idioma: el del uso de la violencia.

Aristegui Noticias

‘¿Dónde está el líder moral de nuestra época?’, se pregunta el filósofo Rob Riemen

Héctor González 

El pensador holandés publica ‘Para combatir esta era. Consideraciones urgentes sobre el fascismo y el humanismo’.

 
Vivimos en una época idónea para el resurgimiento del fascismo. Así lo entiende el filósofo holandés Rob Reimen (1962). A partir de Albert Camus y Thomas Mann, publica Para combatir esta era (Taurus), ensayo donde plantea que es necesario volver al humanismo y hacer a un lado la economía y la superficialidad, como valores supremos. Advierte, en entrevista, que es necesario replantear nuestros criterios para tomar decisiones y para ello propone regresarle al estudio de la naturaleza humana un valor esencial, de lo contrario asegura, nos seguirán seduciendo mesías falsos como Donald Trump.

Déjeme comenzar con la cita que hace a Camus: ‘Europa ya no ama la vida’. ¿Podría ser extensible al resto de Occidente?

Probablemente sí. Es una cita fascinante, Camus la dice al final de la Segunda Guerra Mundial para tratar de entender cómo fue posible el horror del  nazismo. Camus se dio cuenta de que él mismo formaba parte de una tendencia filosófica nihilista y quiso rectificar, por eso después reconoció que era necesario hablar de valores morales y que correspondía a los intelectuales promoverlos. A él como gran artista no lo podría desconectar de la noción de la belleza en un sentido platónico o moral. Fue de los primeros en darse cuenta que dentro de un mundo tocado por valores materiales -tecnología, ciencia-, la idea de la belleza como una virtud moral o interna, desaparece. Podemos ir a la Luna y tener Whatsapp, vivir en un mundo funcional, pero la cultura espiritual está muerta porque ahí no hay vida.

Usted habla de que vivimos en la era de lo kitsch, concepto dentro que incluye una predilección por la belleza superficial y la tecnología.

Lo kitsch es una tentación extremadamente peligrosa. Vivimos en una época donde importa la fachada y predomina la perspectiva de lo bonito, el parámetro son los ‘likes’ de Facebook. Creemos que podemos comprar nuestra identidad y que la vida debe ser placentera todo el tiempo. La mentalidad kitsch plantea que nada puede ser difícil y que uno merece una vida bonita, llena de viajes y juegos. En eso estábamos cuando llegó la crisis económica y su enseñanza de que el iPhone, los jeans y los videojuegos cuestan y no poco. Entonces nos empezamos a dejar seducir por los slogans de mesías falsos como Donald Trump, que venden la idea de que nosotros no somos responsables de nada, sino los otros. Por eso ahora Estados Unidos culpa a los mexicanos. Donald Trump asegura: ‘si nos deshacemos de los mexicanos regresaremos al mundo kitsch’. Entiendo que en el mundo del arte a lo kitsch se le considera un fenómeno interesante, pero en realidad es algo más amplio porque implica una perspectiva de mente propicia para resurja el fascismo.

¿Por el resentimiento que promueve al ‘distinto’, al ‘otro’?

El fascismo es una forma de pensar la política y la cultura. Surge de lo kitsch y del resentimiento. El rencor es un fenómeno natural que experimentamos cuando tenemos celos, envidia o frustración; cuando tenemos la mente agarrada a la idea de que todo debe ser accesible para nosotros. Nos frustra no tener un auto como el del vecino y eso genera un odio. De ahí viene la política del chivo expiatorio. En la Alemania nazi eran los judíos, ahora en Europa son los islamistas; en Estados Unidos antes eran los negros ahora son los mexicanos. El resentimiento es algo que viene de los valores no realistas. Cuando la economía no crece y prevalece la sensación de que los otros tienen más que yo, llega el enojo y sólo se necesita un charlatán o un líder autoritario que prometa cambiarlo.

En perspectiva, los problemas parecen no cambiar a lo largo de los años y usted propone como solución un replanteamiento moral sobre lo que es el deber ser.

Los periodos históricos son bastante largos, tan sólo la Edad Media duró quinientos años. Seguimos viviendo la época que empezó con Kierkegaard y Nietzsche, y nada ha cambiado. Creemos que somos diferentes porque tenemos iPhone o podemos mandar misiones a Júpiter, cuando la realidad es que nuestra perspectiva de pensamiento no ha cambiado. Por eso la primera parte del libro desarrolla la historia de la cultura fascista que seguimos experimentando. No hemos cambiado porque no aprendimos las lecciones de la historia.

Y una de ellas es la crisis del humanismo. Hoy predomina el nihilismo, el desencanto y la decepción de la especie humana.

El ser humano tiene una doble naturaleza. Una es animal y se basa en nuestro cuerpo, por eso comemos, tenemos sentimientos y el sexo. La otra es una naturaleza espiritual, a la que atribuimos  la conciencia, la mente y el alma. Gracias a ella alcanzamos un entendimiento que va más allá de nosotros. Las nociones de justicia, compasión o libertad, son ideas y valores. Bajo esta perspectiva, nuestra vida es una constante elección y necesitamos aprender a escoger a partir del conocimiento o la sabiduría histórica. Nuestras vidas se basan en las decisiones. La democracia y la libertad dependen de nuestra capacidad de decisión. Ahora estamos en un cruce interesante y confió en que tendremos que escoger con sabiduría. Somos afortunados porque podemos escoger y es cierto que mucha gente no puede porque está inmersa en demasiada violencia, guerra y pobreza. Por eso escribí este libro. Necesitamos despertar y tener la voluntad para rectificar.

¿Pero cómo encontrar la sabiduría para escoger de manera asertiva cuando vivimos en una era donde la educación está en crisis; predomina la frivolización y la simplificación?

Podríamos decir que ver la televisión no ayuda mucho. Los sistemas educativos desilusionan a la gente porque sirven para encontrar un trabajo, pero no nos preparan para la vida, ni nos dan herramientas para aprender a elegir. La buena noticia, al menos para mí, es que cada individuo tiene intuición y esta funciona a partir del alma. Necesitamos asumir con valor la importancia de la intuición. Tanto Platón como Spinoza defendieron la intuición como un valor supremo. ¿Cómo podemos cultivarla? Atendiendo a las musas, escuchando música e historias, viendo una gran película.

¿No le parece que le atribuye mucha importancia al arte? Wagner es un ejemplo de que el arte no siempre ennoblece.

Cierto, todo mundo tiene la capacidad de ser un humano cruel, pero uno siempre puede escoger y de lo que se trata es de humanizar la selección. Este es mi gran problema con las neurociencias. El primer paso del pensamiento totalitario es creer que el cerebro determina todo y que no existe la voluntad libre. Refiriéndome a Wagner, la traición de los intelectuales es una historia vieja y triste, porque en ocasiones ellos son los primeros en darles la bienvenida a las formas de totalitarismos. Alguna vez debatí con mi amigo George Steiner sobre el amor. Creo que el verdadero amor no se impone, es una invitación; lo mismo sucede con el arte. El gran arte es una invitación a que uno cambie su vida, por eso no admite atajos; y eso es en cierta forma elitista. Aquello que te invita a ser otra persona no puede ser sencillo.

Steven Pinker, estudioso del cerebro por cierto, rebate la idea de que ahora vivimos en una etapa oscura e incluso menos violenta.

Conozco bastante bien a Steven, pero estoy en profundo desacuerdo con él. Incluso su premisa es debatible porque depende de la forma en que leemos los datos. Me parece una arrogancia científica no querer entender la naturaleza humana. Mientras no admitamos la importancia de aprender a tomar mejores decisiones, las fuerzas de nuestra sociedad se moverán en la decisión equivocada.

Frente a problemas como el terrorismo, el narcotráfico y ante líderes como Donald Trump, ¿qué tipo de evaluación hace de esta época?

Vivimos una época de falta de dirección. ¿Dónde está el líder moral de nuestra época? Alguien dirá que el único líder moral de hoy es el Papa, tal vez lo sea, pero incluso su Iglesia lo quiere matar. Necesitamos otras personales valientes, pero todos tenemos que asumir un rol activo desde nuestra trinchera.

Pero los líderes que tenemos son los que escogemos y entonces caemos en el dilema del gato que se muerde la cola.

Precisamente por eso necesitamos escoger otros tipos de líderes, precisamente por eso necesitamos rectificar nuestra capacidad para elegir.